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PREMIOS PARTICIPACIÓN

Participar en proyectos comunes nos hace más sensibles a la realidad de los demás, más humanos y también más fuertes

Humberto García González-Gordon recibió el pasado mes de octubre el PREMIO EAPN de Participación por su trayectoria en favor de la inclusión social

26/01/2021 | EAPN - Actualidad

EAPN-ES reconoció a Humberto García González-Gordon por su trayectoria profesional con el Premio EAPN de Participación 2020. Es un merecido galardón que reconoce su dedicación profesional y personal en favor de la participación social y de una sociedad inclusiva. Humberto García ha dedicado la mayor parte de su vida a trabajar por la integración de las personas en situación de exclusión. Ha sido subdirector general de Acción Institucional, Desarrollo territorial y Recursos Humanos de la Fundación Secretariado Gitano y cuenta con un amplio reconocimiento entre las entidades de acción social en España. Dentro de EAPN, tanto en la Red Andaluza como vicepresidente de la Estatal, ha estado implicado con las diferentes estrategias de participación que se han puesto en marcha para favorecer que las personas en exclusión formen parte de los espacios de reflexión y gobierno de la organización. En esta entrevista nos deja ver, por una pequeña ventana, hacia el interior de esa vida profesional y personal que, como el propio entrevistado dice, van unidas. Humberto reflexiona sobre el pasado y el presente, y nos cuenta a qué desearía dedicar parte de su tiempo en el futuro más próximo ahora que se abre una nueva ventana en su vida.

Enhorabuena por el reconocimiento a su trayectoria individual en favor de la promoción de la participación social otorgado en la II Edición de los Premios EAPN de Participación. Ha dedicado media vida a trabajar por la inclusión social de la población gitana ¿qué balance personal hace de ese proyecto vital?

Muchas gracias, ha sido para mí una muy grata sorpresa.

He dedicado prácticamente toda mi vida laboral (unos 40 años), exceptuando unos 4 años dedicados a trabajar con personas inmigrantes, a trabajar por la inclusión social de la población gitana.

Mi balance personal, como supongo lo es para cualquiera, tiene luces y sombras. Por un lado, la perspectiva de tantos años me permite ver los grandes avances que ha conseguido la comunidad gitana en los últimos 40 años. Por otro, me hace ser más consciente y percibir con más claridad todo lo que aún queda por hacer.

En todo caso, creo que el balance es positivo, considerando que la mejora de las condiciones de vida de grupos de población vulnerable es más bien una aspiración que nunca conseguiremos al 100% y, por lo tanto, debemos estar siempre en camino.

¿A nivel profesional, qué retos ha alcanzado y cuáles continúan siéndolo?

Me resulta bastante difícil separar el ámbito personal del profesional. No soy capaz de percibirme compartimentado en trozos -hasta aquí, mi vida personal-familiar y hasta aquí mi vida profesional. Como decías en tu pregunta anterior, más que un proyecto profesional, podría hablar de un proyecto vital.

Por lo tanto, podría hablar de mis retos personales que engloban lo profesional. O ni siquiera eso. Creo que tendría que hablar de retos compartidos, primero con Marisa, mi compañera y después, también con nuestros hijos que han tenido también que compartir las consecuencias de esos retos. Eso hace que me sienta profundamente agradecido, por haberme permitido dedicar mi vida a esto y por haberme acompañado en el empeño.

Juntos, hemos hecho realidad algunos de esos retos, entre los que destacaría nuestra decisión de compartir la vida con las personas empobrecidas en una sociedad desigual, injusta y, en demasiadas ocasiones racista, y dedicar nuestras energías y nuestros esfuerzos a intentar transformar la realidad, aunque sólo sea un poquito, aunque sea en “cosas chiquitas”, como dice Galeano [1].

Como podrás suponer, finalizar mi vida laboral y haber alcanzado algunos retos, no significa que haya terminado nuestro proyecto. Hemos vuelto a Granada, a la que ha sido nuestra casa desde 1997, en la Zona Norte, que no es precisamente una de sus mejores zonas residenciales, desde la que pretendemos continuar haciendo lo que siempre hemos hecho: compartir sabores y sinsabores con nuestros vecinos e intentar seguir aportando lo que podamos para construir una sociedad más decente que la que tenemos.

En todo esto, no puedo olvidar a los compañeros y compañeras con los que he trabajado codo con codo a lo largo de todo este tiempo, que han sido para mí una referencia y un apoyo constante.

Vemos entonces que la participación social está en el ADN familiar ¿Pero para qué sirve participar? En su caso, ¿qué le ha aportado su empeño y años de dedicación a la participación social?

En definitiva, lo que te acabo de compartir se reduce a eso, a participar. Participar en lo común, lo que nos afecta a todos y a todas, ya sea en el ámbito más local, ya sea autonómico, estatal, europeo o internacional, porque lo que ocurre en uno cualquiera de esos ámbitos, acaba repercutiendo en los demás. Hemos de acostumbrarnos a pensar como especie -como dice Pepe Múgica-, trascendiendo las fronteras sociales de barrio, de clase, de nación, de país. No es posible por más tiempo seguir manteniendo una visión miope y a corto plazo de lo que nos ocurre.

Y para trascenderlas, es preciso hacerlo desde la participación en todo aquello que nos sea posible y con todas las personas con las que podamos. Es la única manera que hay, a mi juicio, de poder superar esa miopía y cortoplacismo.

Participar, cooperar con otros, colaborar en proyectos comunes, nos hace más cercanos, más sensibles a la realidad de los demás, más humanos, en definitiva; y también más fuertes. Nos abre el campo de visión y nos permite salir de nuestro pequeño mundo, estrecho, mezquino, egoísta.

Y en ese sentido, en ese pensar como especie trascendiendo fronteras, usted ha trabajado -como dice- toda su vida laboral desde la perspectiva de la discriminación y la inclusión de la población gitana ¿En qué momento podemos decir se encuentra el movimiento asociativo gitano?

Este aspecto es quizá uno de los que me causa cierta tristeza. Mi trabajo con personas gitanas no ha sido desde la administración, ni desde la universidad u otras instituciones, sino en diferentes ONG’s.

Desde 1981, en que un grupo de payos y gitanos comenzamos a organizar actividades para intentar abordar los problemas de la comunidad gitana de Almería, impulsando la creación de la Asociación para la Promoción Gitana (APG); a mis últimos 20 años en la Fundación Secretariado Gitano (FSG); pasando por la Federación de Asociaciones Romaníes Andaluzas (FARA) o por Cáritas Parroquial de Iznalloz (Granada), siempre he considerado que el Movimiento Asociativo Gitano (MAG) debía ser un movimiento abierto, con un indudable protagonismo de los gitanos, pero contando con la participación de los no gitanos.

En definitiva, que debería tener un marcado carácter intercultural, ya que la situación de la población gitana no es algo que les afecte sólo a los gitanos y gitanas, sino que afecta a toda la sociedad.

En este sentido, a pesar de que ha habido algunos avances, no puedo decir que hayan sido importantes. Queda mucho por hacer en cuanto a la unidad, a la cohesión y el dejar a un lado viejas rencillas e intereses particulares. Si no logramos hacerlo, nunca podrá llegar a constituirse un movimiento fuerte y con capacidad de incidencia en el ámbito político y en la sociedad.

Llegar a alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades con el resto de la población, afrontar las secuelas que han dejado casi seis siglos de discriminación, persecución y racismo es una empresa demasiado grande para que cada entidad quiera resolverla por su cuenta. Es preciso buscar el consenso y la unidad, al menos en torno a algunas cuestiones esenciales (desventajas en educación, trabajo, vivienda, salud; discriminación, antigitanismo y otros aspectos) que están lastrando de manera importante los avances para conseguir la plena ciudadanía.

Claramente queda mucho por hacer ¿Está la juventud gitana más preparada ahora para la participación social?

Esta cuestión podría ser la cara de la cruz que acabo de responder a la pregunta anterior.

Sin duda, es en la juventud en la que puedo observar mayores avances. La instauración de la democracia en España y la globalización, con sus ventajas e inconvenientes, creo que ha influido muy positivamente en las nuevas generaciones de jóvenes gitanos y gitanas, que ya no continúan arrastrando muchos de los problemas que tuvieron que sufrir las generaciones anteriores de sus padres o abuelos.

El año pasado tuve ocasión de asistir al encuentro anual de jóvenes que organiza la FSG y puedo decir que hay un abismo entre los jóvenes con los que yo comencé a trabajar en Almería hace 40 años y los que me encontré allí. Y no hablo sólo en el aspecto de la formación académica o profesional, sino en cuanto a conciencia de su situación como minoría, un sentido de pertenencia que va más allá de la pertenencia étnica, aunque sin renunciar a ella, la amplitud de miras y su deseo de compartir otras causas que afectan a la juventud en general o a otros grupos vulnerables en situación o riesgo de exclusión.

En este sentido, pienso que las nuevas tecnologías han servido indudablemente para ensanchar el campo de visión que hoy tiene la juventud gitana, proporcionándole también nuevas posibilidades de participación en cuestiones que no sólo afectan a su pueblo.

Usted es un referente para muchas entidades de acción social, especialmente para Fundación Secretariado Gitano que es donde ha desarrollado gran parte de tu trayectoria profesional, pero también para la EAPN-España y el resto de entidades y redes que la conforman ¿Qué le ha aportado personal y profesionalmente su participación en la EAPN?

Bueno, como ya dije el día de la entrega del premio, esto de los referentes es algo que me causa cierta vergüenza. Consciente como soy que cada persona no es alguien autónomo e independiente, sino que es el “producto” de la colaboración, aportación e influencia de otras tantas, prefiero verme, y sobre todo que me vean, como alguien que ha compartido y sigue compartiendo ideales, aspiraciones y esfuerzos, junto a los demás para conseguir lograr una auténtica transformación personal y social.

En ese sentido, compartir todos estos años esos ideales, esfuerzos y aspiraciones con tantos miembros de las distintas entidades que conformamos la EAPN me causa una enorme satisfacción y, sobre todo, un enorme agradecimiento por todo lo que he podido aprender de ellos.

EAPN ha sido para mí un espacio privilegiado para compartir inquietudes, reflexiones, enfoques y puntos de vista muy diversos y un fantástico regalo para los que hemos tenido la suerte de poder formar parte de ella.

¿Qué valor tiene en la lucha contra la pobreza y la exclusión participar en una red como EAPN?

Acabo de hacer referencia a ello. La participación social en red pienso que aporta la posibilidad de tener una mayor amplitud de miras. De ver más allá de las situaciones y dificultades que tienen las personas o colectivos con los que trabajamos más directamente en las distintas organizaciones. De contrastar análisis, planteamientos y posibles soluciones que cada entidad va desarrollando y ponerlas en común con las demás.

Esa amplitud de miras nos permite una mayor y mejor comprensión de los procesos que dan lugar a las situaciones de pobreza y exclusión y nos permite ver la interrelación que tienen los distintos actores y factores que intervienen en dichos procesos.

Con ello, podemos avanzar en el diseño de estrategias compartidas, que nos hacen avanzar más rápida y eficazmente en la búsqueda de soluciones a los diferentes problemas que se van planteando en nuestra sociedad. Y, por supuesto, nos posibilita también ser más fuertes y tener una mayor incidencia en la erradicación de la pobreza y la exclusión.

Ahora que está disfrutando de una nueva etapa en su recién iniciado período de jubilación ¿a qué va a dedicar el tiempo libre?

Como decía al principio, siempre me ha costado separar mi vida personal de la profesional por lo que nunca he tenido muy claro que es eso del “tiempo libre”.

En cualquier caso, ya en mi carta de despedida hacía referencia a algunas cosas en las que me gustaría poder emplear más tiempo. Como atender más a la familia, a la que no siempre dediqué el que se merecía. Leer y escribir, que han sido aficiones que tampoco pude disfrutar demasiado.

De todos modos, aunque sea una nueva etapa, eso no quiere decir que vaya a desconectarme de todo lo que he venido haciendo hasta ahora. Sí que quizá tenga una ventaja y es que podré dedicarme a cosas que me hubiera gustado hacer y que antes no pude (como la formación, el mentoring o la mediación), por haber tenido que asumir otro tipo de funciones y responsabilidades.

De lo que estoy seguro es de que no voy a tener mucho tiempo para aburrirme…

Seguro que no va a aburrirse pero ¿tiene algún proyecto confesable?

No tengo ningún proyecto inconfesable, pero una de las cosas que he podido aprender con los años es que los proyectos son eso, “proyecciones” de cosas que nos gustaría hacer, pero que no siempre acabamos haciendo.

Por eso prefiero hablar de cosas que “me gustaría hacer”, pero que no sé siquiera si algún día se harán realidad. Entre ellas, están las de escribir un libro en clave autobiográfica, realizar colectivamente una versión flamenca del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz o colaborar en acciones formativas y de mediación.

Para finalizar, y aunque está en un merecidísimo período de descanso, le pedimos que haga un ejercicio de reflexión más, en este caso en torno al impacto social de la COVID-19 ¿Qué grandes retos destacaría para la agenda social de 2021?

Desde luego, la agenda social de este año tiene muchos y grandes retos y, por eso, no me resulta fácil destacar algunos.

Lógicamente, tendremos que afrontar la situación sanitaria y todo el impacto social que se deriva de ella. Principalmente, y en lo que se refiere a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, destacaría las situaciones de pobreza, el empleo y el crecimiento económico y la reducción de las desigualdades.

Y en el ámbito más interno del Tercer Sector, pienso que habría que avanzar de manera más decidida en la organización y estructuración del mismo, su cohesión y su financiación. Ello nos permitiría avanzar en el desarrollo de una estrategia como sector para tener una mayor incidencia política y un mayor impacto en la sociedad.


[1] SON COSAS CHIQUITAS (Eduardo Galeano): Son cosas chiquitas. / No acaban con la pobreza / no nos sacan del subdesarrollo, / no socializan los medios de producción / y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. / Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, / y la traduzcan en actos. / Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad / y cambiarla aunque sea un poquito, / es la única manera de probar / que la realidad es transformable.

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